Cuando convives a diario con un animal, ese animal deja de ser una mascota, es un miembro más de la familia. Y digo esto porque sorprende y mucho, como gente que ya tiene perro y está interesada en ampliar la familia perruna con idea de practicar una disciplina deportiva -agility, por ejemplo- no se preocupa de adquirir un cachorro sano y que le ofrezcan ciertas garantías como certificados frente a enfermedades genéticas hereditarias ligadas a una raza, test de taras oculares y radiografías de caderas/codos y hombros de sus ancestros, que garanticen (aunque sólo sea por estadística) que si no machacas al cachorro durante su desarrollo, no padecerá displasia alguna. Insisto, cuando su idea es practicar un deporte canino.
Somos así, queremos un cachorro y lo queremos ya. Da igual de dónde proceda, si es de una línea o de otra, si me ofrecen garantías (por escrito) o debo hacer un ejercicio de fe para creer lo que me dicen de ese cachorro.
Son muchos los comentarios que se leen a cerca de los precios de un cachorro, que si están sobrevalorados, que si es un negociazo, que criadores son unos perreros. Está claro que no se puede hablar por todo el mundo y que esta reflexión, lógicamente, es de carácter personal, aunque estoy convencido que habrá quien la comparta conmigo.
Hacer una camada con perros sanos, que tengan buen carácter, que la socialización de los cachorros sea la adecuada frente a personas y otros perros. Exponerles a estímulos de todo tipo, ruidos, luces, olores… requiere tiempo de una parte y una inversión en veterinarios que pocas veces se tiene en cuenta.
Realizar una camada no es como sacar una redición de un libro, en la que afrontando unos gastos iniciales, esperas que los libros se vendan. Al realizar una camada asumes una serie de riesgos que pocas veces son tenidos en cuenta. Salud de los progenitores (pruebas genéticas, ocules y radiografías que permitan saber el grado de displasia), salud de la perra durante la gestación (posibles alteraciones hormonales), complicaciones durante el parto (posibles incidencias que hagan necesaria la intervención veterinaria para salvar a la madre y a los cachorros) y angustia y sufrimiento por parte del criador si algo así sucede -Recordar que, al menos en nuestra casa, nuestros perros no son queridos y tratados como uno más-.
Por eso molesta y a la vez da pena, cuando alguien se pone en contacto contigo y lo primero que quiere saber es cuál es el precio. Si empiezas así ya vas mal –pienso para mí- mis perros se merecen algo mejor tú.
Es bastante habitual que intenten negociar contigo el precio alegándote que han visto cachorros de la misma raza más baratos. Personalmente siempre les digo lo mismo, si te ofrecen lo mismo que te ofrezco yo, cómpralo. Me gusta poner siempre el mismo ejemplo, un ordenador. Los hay de diferentes precios según sus características, pero seguro que no vas a Apple y le dices que has visto un Asus a mejor precio porque podrían contestarte con esta pregunta ¿y con las mimas prestaciones y garantías?
Luego están los que se han dado cuenta de lo que quieren y quieren reservar sin una señal económica. Éstos son los mejores. Te llaman o te escriben, están interesadísimos, le cuentas como lo haces y te dicen que sí, que si no te importa pasadas las fiestas de Navidad te hacen la reserva, pero que están interesadísimos. Se pasan las fiestas y ves por la foto del whatsapp o del FB que ya tienen un cachorro! (pobrecillo y que tengas suerte).
La gente es así de impresentable y es ahí cuando piensas: –Gracias al cielo no se ha llevado uno de mis cachorros-, porque una persona así de poco sería e irresponsable no es apropiada ni se merece uno de mis perros, lo siento.
Menos mal que no se lo reservé, porque ¿qué hago ahora con el cachorro? Pero insisto, todavía hay quien piensa que el precio de los cachorros de una camada responsable es carísimo. Señores, ¡altísimos son los riesgos que corre un criador responsable viendo cómo evoluciona nuestra sociedad!